sábado, 5 de mayo de 2012

Sueños VII

Para contar mi historia con Paula hace falta remontarse 16 años e incluso más. Podría hablar de amor a primera vista. Ella hablaría de indecisión a primera vista. Tardé seis años en darle el primer beso. Tardé cuatro años en darme cuenta de que quería esperar lo que hiciese falta por ella. Y tardé dieciséis en volver a besarla. Para mí eterno, para ella un pestañeo.
Jamás olvidaré el primer beso que le di. Como el tiempo se paró esa madrugada a las 3. Como la cogí por los hombros y como me quedé embobado por sus ojos. Como esa coleta que minutos antes se había hecho dejaba su cara nítida. Recuerdo todo. Mis labios se juntaron con los suyos y mi corazón comenzaba a latir en ese momento. Antes había estado con una decena de chicas. Antes no había estado con nadie. Allí comenzaba todo para mí. Empezamos a salir y ella mirándome comprendía que era difícil, comprendió que yo era un imbécil. Yo no comprendía nada, ni comprendía ni escuchaba. Embelesado por ella no pasaba día en que no estuviese feliz. Y ella poco a poco iba comprendiendo que no era el momento. El momento había pasado.

Yo lo comprendí. Tardé años en comprenderlo y entonces apareció Eva. Me hacía feliz. Pero no me latía el corazón como con Paula. Paula era eléctrica, era única, indecisa como ella sola, especial como ninguna. Y perfecta para mí. Era como una llave para mi cerradura. Aún sin estar con ella una conversación me salvaba el día. Y un pequeño gesto me daba las fuerzas de una semana. Ella no se daba cuenta. ¿Qué más daba?. Me moría por ella, y ella ni lo sabía. Siempre se había preocupado por todo y yo no quería que se preocupase por mí. No lo merecía. "Estoy bien" le decía. Yo no estaba bien, ¿Cómo iba a estarlo?. Lo más jodido de las relaciones es cuando empiezan y cuando te das cuenta de que ese lugar que ocupa no se va a poder llenar jamás cuando se marche. Y en el fondo es bonito, es bonito saber que siempre la tendrás ahí. Y a la vez es triste, saber que no vas a poder crear más recuerdos. Mi mente iba olvidándola , la universidad hacía mucho. Y me iba olvidando del sabor de sus labios con otros. Como si fuesen un limpiador para mi mente. Sí, utilizándolas, pero a mí me gustaban, me preocupaba de que ellas no sintiesen nada por mí, de que no pudiesen sentir nada, y cuando estaban cerca de sentir algo, hacía una locura y se olvidaban.

Así era mi vida hasta que apareció Eva, tenía algo, algo que me hacía pensar en ella. Me enamoraba y era feliz. Y la quise y me quiso y quise casarme con ella. Terminé la universidad y mi primer trabajo fue a esta ciudad, donde ahora escribo todo. Y aquí... bueno , ya sabéis que pasó aquí.

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