Al día siguiente Paula apareció. Vestido amplio con un estampado de flores que me recordaba a la época de los sesenta y a la vez a Francia, amaba Francia, un país tan elegante, un idioma tan bonito, tan digno. Los Campos Elíseos , el Arco del Triunfo, y sólo hablo de París! ¿Qué ciudad representa mejor el espíritu Europeo que París?. Paula estaba enfrente de mí, cabizbaja y apagada. Yo estaba haciéndome el duro, nunca me había funcionado, y siempre que lo hacía acababa por joder todo lo que tenía con ella. La dejé pasar.
-No te puedo prometer seguridad Jordi. Yo no.- Comenzó hablando.
-Lo sé.- Respondí escuetamente.
-Te puedo prometer que cada segundo que esté contigo será real, será tangible, y lo sentiré como si fues...- Volvía a caer entre sus brazos, bueno , sus labios. Qué débil soy, qué dúctil, tan maleable, tan sentimental. Maldito corazón. Maldito otoño.
-No te puedo prometer que seas feliz, ni que vayas a querer estar siempre a mi lado. Te puedo prometer que cada uno de tus sueños los inventaré para ti. Cada cosas que sueñes se hará realidad.
''Te puedo prometer que cada uno de tus sueños los inventaré para ti''. Oiiiiiiiiiii xiquet, q bunica aquesta :)
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