-Tú no tienes la cabeza en orden, Ángel. Careces de prioridades. es normal en la vida que una cosa vaya antes de la otra.
-No me des lecciones sobre eso. En tu caso, el colegio debería haber estado siempre primero que los cines rotativos.
-El cine te hace soñar.
-Sí, pero los que se la pasan soñando termina mal del coco. Si uno no transforma sus sueños en realidad, va a dar al loquero. Menos mal que volviste al colegio.
¿Qué es peor, el infierno o la nada? Quema los museos, límpiate el culo con la Mona Lisa, para que al menos Dios aprenda tu nombre.
jueves, 17 de mayo de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
Si quieres , ahora, que hay tiempo, empiezo a recitar el nuestro.
Y la voz, de Edgar Allan Poe,
surgió entre dos contenedores,
dijo estar harto del mal:
“Hazme saber, si hay algo más”.
Nunca he sido un libro abierto,
pero explico buenos cuentos.
Si quieres, ahora, que hay tiempo,
empiezo a recitar el nuestro.
Y si no hubiera nadie por las calles,
nadie por las calles
¡qué poco importaría¡
mira que optimista,
que me pongo algunas tardes,
si anochece un poco antes,
y quedan sombras chinas,
solo tuyas, mías, me va bien.
sábado, 5 de mayo de 2012
Sueños VII
Para contar mi historia con Paula hace falta remontarse 16 años e incluso más. Podría hablar de amor a primera vista. Ella hablaría de indecisión a primera vista. Tardé seis años en darle el primer beso. Tardé cuatro años en darme cuenta de que quería esperar lo que hiciese falta por ella. Y tardé dieciséis en volver a besarla. Para mí eterno, para ella un pestañeo.
Jamás olvidaré el primer beso que le di. Como el tiempo se paró esa madrugada a las 3. Como la cogí por los hombros y como me quedé embobado por sus ojos. Como esa coleta que minutos antes se había hecho dejaba su cara nítida. Recuerdo todo. Mis labios se juntaron con los suyos y mi corazón comenzaba a latir en ese momento. Antes había estado con una decena de chicas. Antes no había estado con nadie. Allí comenzaba todo para mí. Empezamos a salir y ella mirándome comprendía que era difícil, comprendió que yo era un imbécil. Yo no comprendía nada, ni comprendía ni escuchaba. Embelesado por ella no pasaba día en que no estuviese feliz. Y ella poco a poco iba comprendiendo que no era el momento. El momento había pasado.
Yo lo comprendí. Tardé años en comprenderlo y entonces apareció Eva. Me hacía feliz. Pero no me latía el corazón como con Paula. Paula era eléctrica, era única, indecisa como ella sola, especial como ninguna. Y perfecta para mí. Era como una llave para mi cerradura. Aún sin estar con ella una conversación me salvaba el día. Y un pequeño gesto me daba las fuerzas de una semana. Ella no se daba cuenta. ¿Qué más daba?. Me moría por ella, y ella ni lo sabía. Siempre se había preocupado por todo y yo no quería que se preocupase por mí. No lo merecía. "Estoy bien" le decía. Yo no estaba bien, ¿Cómo iba a estarlo?. Lo más jodido de las relaciones es cuando empiezan y cuando te das cuenta de que ese lugar que ocupa no se va a poder llenar jamás cuando se marche. Y en el fondo es bonito, es bonito saber que siempre la tendrás ahí. Y a la vez es triste, saber que no vas a poder crear más recuerdos. Mi mente iba olvidándola , la universidad hacía mucho. Y me iba olvidando del sabor de sus labios con otros. Como si fuesen un limpiador para mi mente. Sí, utilizándolas, pero a mí me gustaban, me preocupaba de que ellas no sintiesen nada por mí, de que no pudiesen sentir nada, y cuando estaban cerca de sentir algo, hacía una locura y se olvidaban.
Así era mi vida hasta que apareció Eva, tenía algo, algo que me hacía pensar en ella. Me enamoraba y era feliz. Y la quise y me quiso y quise casarme con ella. Terminé la universidad y mi primer trabajo fue a esta ciudad, donde ahora escribo todo. Y aquí... bueno , ya sabéis que pasó aquí.
Jamás olvidaré el primer beso que le di. Como el tiempo se paró esa madrugada a las 3. Como la cogí por los hombros y como me quedé embobado por sus ojos. Como esa coleta que minutos antes se había hecho dejaba su cara nítida. Recuerdo todo. Mis labios se juntaron con los suyos y mi corazón comenzaba a latir en ese momento. Antes había estado con una decena de chicas. Antes no había estado con nadie. Allí comenzaba todo para mí. Empezamos a salir y ella mirándome comprendía que era difícil, comprendió que yo era un imbécil. Yo no comprendía nada, ni comprendía ni escuchaba. Embelesado por ella no pasaba día en que no estuviese feliz. Y ella poco a poco iba comprendiendo que no era el momento. El momento había pasado.
Yo lo comprendí. Tardé años en comprenderlo y entonces apareció Eva. Me hacía feliz. Pero no me latía el corazón como con Paula. Paula era eléctrica, era única, indecisa como ella sola, especial como ninguna. Y perfecta para mí. Era como una llave para mi cerradura. Aún sin estar con ella una conversación me salvaba el día. Y un pequeño gesto me daba las fuerzas de una semana. Ella no se daba cuenta. ¿Qué más daba?. Me moría por ella, y ella ni lo sabía. Siempre se había preocupado por todo y yo no quería que se preocupase por mí. No lo merecía. "Estoy bien" le decía. Yo no estaba bien, ¿Cómo iba a estarlo?. Lo más jodido de las relaciones es cuando empiezan y cuando te das cuenta de que ese lugar que ocupa no se va a poder llenar jamás cuando se marche. Y en el fondo es bonito, es bonito saber que siempre la tendrás ahí. Y a la vez es triste, saber que no vas a poder crear más recuerdos. Mi mente iba olvidándola , la universidad hacía mucho. Y me iba olvidando del sabor de sus labios con otros. Como si fuesen un limpiador para mi mente. Sí, utilizándolas, pero a mí me gustaban, me preocupaba de que ellas no sintiesen nada por mí, de que no pudiesen sentir nada, y cuando estaban cerca de sentir algo, hacía una locura y se olvidaban.
Así era mi vida hasta que apareció Eva, tenía algo, algo que me hacía pensar en ella. Me enamoraba y era feliz. Y la quise y me quiso y quise casarme con ella. Terminé la universidad y mi primer trabajo fue a esta ciudad, donde ahora escribo todo. Y aquí... bueno , ya sabéis que pasó aquí.
jueves, 3 de mayo de 2012
Sueños VI
Al día siguiente Paula apareció. Vestido amplio con un estampado de flores que me recordaba a la época de los sesenta y a la vez a Francia, amaba Francia, un país tan elegante, un idioma tan bonito, tan digno. Los Campos Elíseos , el Arco del Triunfo, y sólo hablo de París! ¿Qué ciudad representa mejor el espíritu Europeo que París?. Paula estaba enfrente de mí, cabizbaja y apagada. Yo estaba haciéndome el duro, nunca me había funcionado, y siempre que lo hacía acababa por joder todo lo que tenía con ella. La dejé pasar.
-No te puedo prometer seguridad Jordi. Yo no.- Comenzó hablando.
-Lo sé.- Respondí escuetamente.
-Te puedo prometer que cada segundo que esté contigo será real, será tangible, y lo sentiré como si fues...- Volvía a caer entre sus brazos, bueno , sus labios. Qué débil soy, qué dúctil, tan maleable, tan sentimental. Maldito corazón. Maldito otoño.
-No te puedo prometer que seas feliz, ni que vayas a querer estar siempre a mi lado. Te puedo prometer que cada uno de tus sueños los inventaré para ti. Cada cosas que sueñes se hará realidad.
-No te puedo prometer seguridad Jordi. Yo no.- Comenzó hablando.
-Lo sé.- Respondí escuetamente.
-Te puedo prometer que cada segundo que esté contigo será real, será tangible, y lo sentiré como si fues...- Volvía a caer entre sus brazos, bueno , sus labios. Qué débil soy, qué dúctil, tan maleable, tan sentimental. Maldito corazón. Maldito otoño.
-No te puedo prometer que seas feliz, ni que vayas a querer estar siempre a mi lado. Te puedo prometer que cada uno de tus sueños los inventaré para ti. Cada cosas que sueñes se hará realidad.
Sueños V
"Hola Jordi, lo primero de todo, te amo, y lo siento. Siento hacerte esto así, sin dar la cara. Tenemos que dejarlo. Sé que te ves con otra. Sé quién es ella, y te deseo lo mejor." Esas eran las primeras palabras que me encontré en la puerta de mi casa cuando llegué. ¿Cómo se había enterado?. Mi corazón se apagó. Me daba cuenta de que la amaba más de lo que pensaba , siempre me pasaba lo mismo, y siempre me dejaban igual. Algo en claro había sacado por ahora, no quería estar con nadie. Y mañana empezaba el trabajo. Intenté dormir unas cuantas horas. La cafeína de la derrota no me dejó cerrar los ojos. El despertador sonó y yo estaba despierto , me vestí y fui al instituto en el que comenzaba hoy a dar clases. El director, Juan, me recibió y me dió las primeras indicaciones, y mi nuevo horario, tenía un bachillerato y varios cuartos de la ESO , nunca me había gustado ese curso. Fui al departamento y estaban mis compañeros , un chico de unos cuarenta años, Elías, una chica de unos cincuenta años, Sofía y una chica que parecía tener la misma edad que yo , Penélope.
Al terminar el día fui con los compañeros al bar , a tomar unas cañas y a empezar a conocerlos. La más suelta era Penélope, congeniamos bien, era graciosa y divertida. Volví a casa lo más rápido que pude, intentando no mirar por la ventana del coche, no fuera que me encontrase con Paula, no quería ver a nadie, quería llegar a casa e inundarla con las lágrimas que me salían, sonó el telefonillo. Abrí, escuché los tacones por las escaleras, era Eva, la miré, y me volvió a caer otra lágrima, me abrazó, y ahora inundaba su jersey, me besó y ahora inundaba mi silencio. Volví a despertar al día siguiente y no encontré nada más que su figura en mis sábanas, y su olor. Se acabó. Se fue.
Al terminar el día fui con los compañeros al bar , a tomar unas cañas y a empezar a conocerlos. La más suelta era Penélope, congeniamos bien, era graciosa y divertida. Volví a casa lo más rápido que pude, intentando no mirar por la ventana del coche, no fuera que me encontrase con Paula, no quería ver a nadie, quería llegar a casa e inundarla con las lágrimas que me salían, sonó el telefonillo. Abrí, escuché los tacones por las escaleras, era Eva, la miré, y me volvió a caer otra lágrima, me abrazó, y ahora inundaba su jersey, me besó y ahora inundaba mi silencio. Volví a despertar al día siguiente y no encontré nada más que su figura en mis sábanas, y su olor. Se acabó. Se fue.
miércoles, 2 de mayo de 2012
Sueños IV
De vuelta a casa íbamos hablando sobre nuestra juventud, sobre algo que a ella no le gustaba , sobre los porqués , sobre qué nos pasó. Y a mí no me salían respuestas, y ella no me las quería dar. Yo siempre había supuesto que tuvo miedo , que le pasó algo, quizás la agobié, sí! eso fue, la agobié , ¿O tal vez no?. Nunca llegué a saber los porqués. Ahora , diez años después ya me daban igual, yo seguía queriéndola, pero ahora estaba Eva, que iba a hacer con ella, también la quería, y era algo seguro que tenía ahí, si no la cagaba. Pero, ¿realmente lo seguro es lo que queremos? yo, desde luego prefería vivir en la incertidumbre, prefería tener dos meses cada diez años, a no estar nunca con ella, para mí era suficiente, aunque desesperante. Y todo esto lo pensaba y se lo decía mientras andábamos, ella atónita y, yo creo, sorprendida por lo que decía y por mi locura. En el fondo esa locura era muy cuerda, yo había pasado horas pensando en eso, en si me era rentable pasarme tardes y tardes llorando por ella y más tarde , tardes y tardes pensando en ella, hubo un momento en que ya no pensaba en ella y una canción hacía que todo se volviese cíclico y volviesen las horas meditativas. Y yo , en realidad, era feliz, no tenía ninguna queja, y si estaba con ella , como ahora lo era todavía más.
-¿Estás segura esta vez?- Me atreví a preguntar al fin.
-No, nunca lo he estado contigo, bueno, cuando estoy contigo sí, cuando me dejas en mi casa, pienso y pienso y pienso, y todo es confuso. Me gustas, te quiero, pero, ¿es suficiente? O hace falta algo más, algo como el destino, o el tiempo. Ahora mismo estoy segura, pero mañana...
-Qué más da el mañana, déjate llevar. -Le repetí esas palabras que le sonaban a viejas, y así era, me pasé el tiempo que estuve con ella diciéndoselo y nunca me cansaba, porque realmente lo pensaba.
Me besó , me cogió de la mano y me apoyó contra la persiana de aquella tienda por la que pasábamos, ahora cerrada dada la intempestiva hora. La aparté y le dije que me tenía que ir, no podía hacerle esto otra vez a Eva. Aunque quisiera con toda mi alma.
-¿Estás segura esta vez?- Me atreví a preguntar al fin.
-No, nunca lo he estado contigo, bueno, cuando estoy contigo sí, cuando me dejas en mi casa, pienso y pienso y pienso, y todo es confuso. Me gustas, te quiero, pero, ¿es suficiente? O hace falta algo más, algo como el destino, o el tiempo. Ahora mismo estoy segura, pero mañana...
-Qué más da el mañana, déjate llevar. -Le repetí esas palabras que le sonaban a viejas, y así era, me pasé el tiempo que estuve con ella diciéndoselo y nunca me cansaba, porque realmente lo pensaba.
Me besó , me cogió de la mano y me apoyó contra la persiana de aquella tienda por la que pasábamos, ahora cerrada dada la intempestiva hora. La aparté y le dije que me tenía que ir, no podía hacerle esto otra vez a Eva. Aunque quisiera con toda mi alma.
Poemas en el bar.
Tenía que cambiar ese aspecto tan pútrido del bar. Por suerte para mí, era un hombre algo ingenioso, y busqué darle un toque algo extravagante , decidí empapelar cada una de las paredes con mis poemas favoritos, Garcilaso, Jorge Manrique, Bécquer, Ángel González, Claudio Rodríguez y algunos de propia producción , mi recuento fue de casi un millón de poemas, distribuidos por cada pared. Pensé en cambiar el nombre al bar , pero deseché enseguida esa idea, como iba a hacer eso, ya me dolía cambiar su imagen. No quería cambiar nada más. Todo esto lo hice a espaldas de Olga en unos días que le dí libres. Cuando llegó sus ojos brillaban y su cara mostraba tal perplejidad que sólo es comparable con la vista que tendríamos de la tierra desde el espacio, o que el amor de tu vida volviese contigo después de un largo adiós, o tal vez encontrar la felicidad. Desde luego esa era su cara, su tinte se había marchado ya, menos mal, no me gustan las pelirrojas tintadas. Su color volvía a ser el de siempre. La veía feliz, y yo no había pensando en otra cosa que en ella. Me gustaba realmente, no quiero hablar de amor, ya no, el amor se marchó de mí con ella, pero siendo sincero Olga me encantaba.
-Vaya ,vaya. Mira quién ha vuelto.- Le dije con una sonrisa
-Mira , mira. Qué intelectual tengo ante mí.- Ambos estallamos a carcajadas. Era feliz con ella, eso era innegable.
La besé. Me besó. Le quité la camiseta. Me la quitó. Mientras me besaba yo iba leyendo los poemas que hacía apenas dos horas había colocado."Libremente, con la libertad del amor" me guiaba Luís Cernuda , más abajo me guiaba Antonio Machado "Yo voy soñando caminos de la tarde". Besé sus labios y cerré los ojos, dejando que mis sentidos se apoderaran de mi cuerpo, de su alma , de sus labios. Mis manos se enredaban entre sus piernas.
-Ah!- Se oyó un gemido.
Volví a abrir los ojos. Ahora me acompañaban en este camino Béquer y sus rimas, y su Rima XXIV y por un momento me sentí identificado. Seguía devorando poemas a la misma velocidad que la devoraba a ella, es decir , lento, saboreando cada bocado y cada beso. En este último camino me acompañaba Rafael Alberti "Sienten, y cuando sienten parece que están sólos." Sin duda fue el mejor polvo de mi vida. Jamás había sentido tanto y jamás había disfrutado tanto. Al acabar mis ojos se fueron a sus senos que, al estar acostados caían con gracia gracias a ese fenómeno que llamamos fuerza de gravedad, yo , un poco más humilde le llamo "lo que hace que no nos caigamos" y eso que era un chico de ciencias, pero jamás me gustaron las definiciones, la vida no tiene definiciones , sólo se vive, sólo se disfruta, se goza , se saborea, la vida pasa tan rápido que si no la muerdes se te escapa. Lo peor de esto es que muy poca gente se para a disfrutarla en todos sus ámbitos, la gente va de aquí para allá , con sus teléfonos móviles, hablando con sus empresas, ganando dinero para tener una bonita tumba que, por desgracia, nunca llegará a verla. Mis ojos subieron ahora a encontrarse con los suyos y ¡joder! siempre me perdía en ellos, me adentraba en sus profundidades y me quedaba allí , hasta que me despertaba con un beso en los labios.
Vaya , me toca volver a hablar de amor.
martes, 1 de mayo de 2012
Sueños III
Llegué a casa, y al abrir me encontré con Eva sollozando, por su aspecto deduje que se había pasado toda la noche despierta esperándome, que imbécil había sido. La levanté , le sequé las lágrimas y le di un beso.
-¿Dónde has estado?
-Con un amigo de mi pueblo, perdón por no haberte llamado, no se volverá a repetir, lo siento muchísimo Eva.
-Me has dejado sola...
Discutimos, la discusión más fuerte que yo recuerdo. Ella se fue de casa con un portazo y yo salí también.
Baje a la calle y tomé el primer bus con destino a lo desconocido que vi. Mientras iba en él , mi iPod se conjuró para hacer una de las mejores listas que tenía, sonó Si te vas, de Extremoduro; Romeo and Juliet , de The Killers; Lisztomania, de Phoenix. Todas esas canciones que me recordaban a Paula. Mirando por la ventana me pareció verla en la parada esperando el bus. Era ella otra vez, maldito tiempo, malditas coincidencias. Subió sin mirarme, pero siendo consciente de que estaba ahí, se sentó a dos asientos de mí. Yo como un pobre chiquillo que busca a su madre entre la multitud me iba acercando despacio hacia ella.
-¿Quién soy?- Le dije tapándole los ojos
-¡Jordi!. Contesto no muy entusiasmada.
-Perdón por haberme ido esta mañana así, me ha llamado Eva y no me he podido despedir , lo siento.
La gente se iba yendo del bus y nosotros íbamos hacia atrás, viajando a los asientos finales y ocupando los cuatro, jugando a las palmadas. Yo me dejaba ganar. Y ella se reía a carcajadas.
-Juega en serio.
-No juegues conmigo otra vez.-Le dije.
-Nunca he jugado contigo, jamás.- Me dijo seriamente.
Mi neurona se fundió , y con mi neurona también se fundieron nuestros labios,otra vez. ¿Cómo hacía para imantarme? ¿Cómo era tan magnética?. Bajamos del bus y estábamos lejísimos del centro. Nos iba a tocar andar mucho.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)