domingo, 8 de abril de 2012

Luces y Sombras.

Y al cerrar esa puerta , abrí la de mi corazón donde ella se perdió y donde enredó cada artería que encontraba , haciendo un bonito juego papirofléxico para ella, y un gran trasquilón para mí. Día a día yo me enganchaba un poco más a ese maná que supuraba y , a la vez, ella se desenganchaba de un maná que nunca tuve y de la pena que rezumaba mi cuerpo envenenado. Los juicios a tiempo pasado nunca se me dieron bien, pero , supongo que ella tenía otra imagen de mí, me imaginaba diferente y se llevo una desilusión que a mí me partió, pero como ya he dicho yo nunca fui de hacer juicios a posteriori. Y así acabó, un buen día al despertar ella decidió que no había tiempo para más , y como un árbitro pitó el final.

Pasó el tiempo, y el bar Apache se convirtió en mi nuevo hogar , Olga, la camarera que me veía con esos ojos verdes apagados por la oscuridad de un bar enturbiado por los tristes corazones que en él se reunían, donde lloraban hasta las paredes de tantas trágicas almas que por él pasaban a diario. Pero Olga siempre llevaba su sonrisa a cualquier parte, y de ella se podía atisbar una luz pequeñita que , ahora si que me arriesgaré a decir , se la guardaba para personas especiales. Ella siempre intentaba hablar conmigo, supongo que le di pena, ella todavía tenía corazón y los pobres infelices como yo se lo poníamos blandito cuando nos acercábamos a su barra.

-¿Cómo te va todo , Carlos?- Dijo Olga con esa dulce voz.
-Me va, que no es poco.-Contesté de una manera que , hasta a mí, me pareció estúpida.- Perdón, Olga, no quería ser tan imbécil...
-No pasa nada, ¿lo de siempre?
-Lo de siempre.- Conteste con lo que parecía una leve sonrisa.

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