En el casco viejo de la ciudad tropezó y , al ir agarrada de mi mano , me llevo con ella al nivel del suelo, el último lugar donde llegan los rayos del sol. Mi mirada se clavó en sus ojos, y la suya cerca de mi corazón. Mi mano acariciaba su cara y mis labios se fundieron con los suyos en un beso. La poca gente que pasaba a esas horas se quedaba mirando atónita, "¿Qué hacen los dos locos estos?". Vivir podríamos haberles contestado. Pero hubiésemos dejado de hacerlo. ¿¡Qué más da el mañana si hoy estoy con ella!?.
-Jordi
-¿Qué?
-Nunca te lo digo, no te lo digo porque pienso que estás cosas son efímeras, que lo que un día siento igual al día siguiente paro de sentirlo, y esto podría ser un ancla para mí.
-¿A qué te refieres?- Sabía perfectamente a que se refería.
-A esas dos palabras , al te quiero.
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