domingo, 22 de enero de 2012

Ella hacía de los eneros primaveras.

Ella hacía de los eneros primaveras. Ella era el Sol que alumbraba la caverna donde habita, le daba sentido a mi vida. Pero se marcho. 

Nos conocimos en el primer año de universidad , ella estudiaba Periodismo y yo Historia. No conocía esa sensación. La sensación de sentirte vivo y , a la vez , de miedo , de un miedo tan fuerte que el corazón se acelera hasta su límite, y se mantiene ahí hasta que ella pasa y sólo deja el rastro de su olor. Ella creaba esas sensaciones, y lo hacía con todos. ¿ Por qué debería fijarse en mí? Un simple estudiante de Historia, ni feo ni guapo, ni alto ni bajo, quizás un poco complicado , lo cual me hacía menos atractivo, nadie quiere complicarse a esa edad. Además era tímido, incapaz de acercarme, incapaz de saludarla, y como es obvio incapaz de mantener una charla. Ella vio en este cúmulo de desperfectos algo , que sólo ven unos pocos. 
Yo solía soñar con ella, por la noche y por el día. Vivía en un constante sueño en el que su olor era el principal protagonista. Sólo nos cruzábamos miradas en los pasillos y en la biblioteca, donde comenzó todo. 
Eran los exámenes finales del primer semestre y la biblioteca estaba rebosante de estudiantes y de libros abiertos. El olor de las neuronas corría por cada pasillo, y la luz que generaba la biblioteca era visible incluso a varios kilómetros. Yo sentado en una mesa donde estaba otra silla libre. Y ella que acababa de entrar por la puerta. Sí , se sentó a mi lado. Y al mismo tiempo que ella se sentaba yo entraba en el trance de su olor. Comenzaba el vaivén de sensaciones, ella a mi lado y yo en mi mundo. Como no ella fue la que me trajo al suyo.
-¿Qué estudias?- Me susurró.
-Historia, ¿y tú?- Contesté con el poco aire que tenía. 
Así comenzó. Después fuimos al bar, donde ahora , 3 años después estoy, el bar Apache.


No hay comentarios:

Publicar un comentario